Este domingo 6 de abril se corre uno de los eventos masivos más importantes del país para los corredores nacionales, sean estos aficionados o profesionales. La prueba que existe desde el año 2007 y que ha aumentado en casi un 600 % los participantes, se apodera de los lugares públicos del centro de la ciudad y provoca diversas manifestaciones tanto de jolgorio como de cuestionamientos en quienes les cuesta trasladarse a sus destinos dominicales.

5Los corredores en la partida (Revista Los Sports)

El circuito comienza por Blanco Encalada hasta Bascuñán Guerrero, desde ese momento la hilera de espectadores se sitúa a ambos lados de las calles. Los corredores siguen la ruta por el Callejón Transversal, Club Hípico y San  Joaquín. Una vez en San Diego, los mirones aumentan haciéndose cada vez más masivo el aplauso  al paso de los deportistas, siendo Franklin frente al matadero uno de sus momentos de mayor estruendo. En Santa Rosa los conventillos abren sus puertas al paso de los atletas, en Avenida Matta, es la calle en donde Castillo es saludado con vítores de los asistentes, mientras apura el paso y sobre pasa a sus contendores, con extrema facilidad.
Muchas cosas se comentaran ese día, desde la velocidad de los corredores africanos, el tesón de quien no acostumbra a correr habitualmente, pero que lo hace en esta ocasión, o el malestar de quienes se sienten invadidos en su espacio público y no pueden avanzar con la fluidez que lo harían en su vehículo en una normal mañana de domingo. Lo que probablemente nadie mencionara, es que esta prueba, claro con las variaciones propias del tiempo, ajenas a tecnologías, parafernalia y extrema organización, se realizaba ya, hace muchas décadas. Probablemente demasiado tiempo para ser conocido por el periodismo contemporáneo, pero no por ello, podemos dejar de constatar que  hace 90 años, el deporte de ahora conocido running, también tenía importancia, que no nace con el presente y más aún era, en algunos casos más popular, masivo y constante en el tiempo de lo que suele pensarse actualmente.

Las crónicas de antaño no solo describen esta carrera y otras más, sino que hablan de pasión, participación y entusiasmo ciudadano, también hablan de una carrera que se extendía por los sectores populares de la ciudad de Santiago y que tenía sus pasajes más importantes, nada menos que por las calles de la comuna de Independencia.

Efectivamente, durante la década de los veinte, sin la masividad que posee el actual evento, existía una carrera que también se denominaba “Carrera Marathon de Santiago”. Así el año 1924 un domingo 15 de febrero, según nos relata la Revista Los Sports, toma lugar  la “Marathon Santiago”, parte de un circuito más extenso.

Es así como a las 8.10 de la mañana en la Plaza Ercilla a cuadras de Tupper y Blanco, se daría la partida al circuito, con no más de 37 corredores, de ellos, quien se alzaba con el favoritismo era Floridor Castillo, actual campeón con un tiempo de 1 hora y 43 minutos para los 28 kilómetros. Lo inusual de la competencia está dado que, por ser campeón, al igual como hoy se hace con los caballos en una competencia hípica, Floridor debe dar ventaja a sus contendores desde 2 a 8 minutos de acuerdo a la calidad de ellos. De tal manera, a la hora indicada parte el primer grupo y así sucesivamente hasta que lo hace Castillo con el propósito de vencer a los otros 36 corredores que lo preceden.

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Por la Avenida Viel (Revista Los Sports)

Vicuña Mackenna, en tanto, es el bálsamo sombrío que a esa hora ya agobia a los participantes que continúan su paso por Providencia a través del Puente del arzobispo. Ha transcurrido más de la mitad de la carrera, siendo las 9.40 horas, el  tranco del campeón vigente se hace cada vez más potente y constante, se piensa que al igual del año anterior, Castillo tomara la punta en calle Rosario, actual calle Santos Dumont, nombre dado luego de la ilustre visita del aviador brasilero a nuestra capital por la década de los 20 y que en homenaje el Municipio de Santiago le concedió una calle.

Bellavista, Recoleta y Rosario inician el circuito del lado de la Chimba, en esta última calle los deportistas pasan en frente de la Casa de orates, sus residentes siguen con entusiasmo, pegados a la reja, el desarrollo de la misma.

La calle Independencia a la altura del hospital José Joaquín Aguirre recibe a los corredores, esta arteria, junto a San Diego y San Pablo es la vía más entusiasta, transitada y de mayor animación, agolpándose la gente en ambas aceras para vitorear a los participantes quienes se enfilan hacia el norte hasta la Plaza Chacabuco para doblar hacia Hipódromo Chile, calle que el cronista describe como “limpia y bien cuidada” y que contrasta por su continuadora, Fermín Vivaceta o callejón De Las Hornillas como aún se le conoce por sus habitantes, descrita como “un martirio para los autos” que provoca una tempestad de tierra, que se subleva e impide observar el normal desarrollo del evento. Solo cada cierto rato, ráfagas de aire alcanzan a disipar la polvareda, apiadándose de los “vivacetinos” y de los corredores, por cierto, los cuales ya han llegado hasta el puente Manuel Rodríguez, siendo Castillo el dominador de la situación con tranco firme y decidido.

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Castillo en su paso por el Callejón de las Hornillas (Revista Los Sports)

Castillo encabeza el pelotón, por San Pablo lo recibe multitudinariamente millares de vecinos que se agolpan a las calles en su camino a la meta, Matucana, Las Delicias y República son los últimos tramos hasta concluir en el punto de partida, avenida Blanco Encalada. Así, el campeón vigente repite el triunfo al igual que los dos años anteriores. Su registro, un minuto más que el año anterior, es solo una anécdota que se pierde tras los gritos de  ¡Viva Castillo!, ¡Viva el rucio!, que reciben al cruzar la meta al campeón vigente de la Marathon de Santiago del año 1924.